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Cuando me siento ofendido

Santiago 1:19–21 (RVR60)

19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;

20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.

Me llama la atención el versículo anterior porque nos muestra a un Santiago haciendo tres exhortaciones de primera:

  1. Todo hombre sea pronto para oír
  2. Tardo para hablar
  3. Tardo para airarse

El orden de exhortaciones tiene relación con el orden en el que nosotros procesamos la información que nos llega.  Esto yo lo traduciría de una manera similar.      

  1. Escucha, primero
  2. Piensa antes de responder
  3. No respondas bajo ira

Ahora quiero continuar relacionando este tema con un elemento clave que puede ser causante de la ira.  El sentirnos ofendidos.

Dado que en Santiago 1.18 habla de la buena voluntad de Dios para "hacernos nacer por la palabra de verdad" y luego de hacer las tres exhortaciones mencionadas en el versículo 19, luego en el versículo 20, Santiago presenta la razón de Su exhortación “la ira del hombre no produce la justicia de Dios”.

El sentirnos ofendidos puede llevarnos a desarrollar raíces de amargura (ver Hebreos 12.15) que a su vez nos puedan llevar a dejar de “alcanzar la gracia de Dios” y Dios no quiere eso para nosotros, sino que todos seamos partícipes de su gracia y misericordia viviendo una vida agradable a El, esa es la justicia que Dios quiere para nosotros.

La realidad y el problema de hoy en día no es que las personas se ofendan, pues el mismo Santiago dice en Santiago 3.2 que todos ofendemos muchas veces. ¿Se contradecía Santiago? En ninguna manera, el problema es que las personas se ofenden cuando son confrontadas con la verdad del evangelio de Jesús y las Sagradas Escrituras.  Es por eso que exhorta a los oyentes a recibir la palabra con mansedumbre (humildad) y que desechen todas esas cosas que no agradan a Dios (ver Santiago 1.21), incluyendo las ofensas que pueden provocarles a ira y por consiguiente (esto lo añado yo) a la violencia, porque ¿si la ira del hombre no produce la justicia de Dios, cuanto menos la violencia?

La palabra ofensa quiere decir transgresión o pecado.  Usualmente nos ofendemos cuando entendemos que se traspasa la línea de respeto que nos merecemos y esas ofensas hay que aprender a manejarlas, sin embargo, cuando se trata de la palabra de Dios, debemos aprender a no tomar ofensa por ello.

En fin, para controlar la ira causada por la ofensa de un hermano, primero recurramos a la palabra de Dios (escuchemos) para descartar la ofensa y aprender a perdonar  promoviendo relaciones sanas (ver 1 Corintios 6.7), no reaccionemos bajo ira.  Por otro lado, cuando nos sintamos ofendidos por la palabra de Dios, pidámosle a Dios humildad.

Para reflexionar:

  1. ¿Cuán sensible soy para ofenderme con mi prójimo y cuán capaz soy para perdonar sin demora?
  2. ¿Estoy recibiendo la corrección de la palabra de Dios como de parte de Dios o del hombre?
  3. ¿Le estoy pidiendo a Dios humildad para poder aceptar la corrección de Su palabra?

Oración:

Padre te pido que me ayudes a descartar las ofensas de mi prójimo y perdonar.  Ayúdame a promover relaciones sanas y no dejar que la ira controle mi vida, mucho menos llegar al punto de la violencia. AMEN