2 Corintios 12:10 (RVR60)
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
La palabra vulnerabilidad se define como algo o alguien que puede ser vulnerado o dañado física o moralmente[1].
El ser humano es vulnerable por naturaleza. Somos vulnerables desde que nacimos hasta que fallecemos. Para ser más directo, somos vulnerables en todas las áreas de nuestra vida:
El ser humano es ser vulnerable y el ser vulnerable es ser humano. Como cristianos, somos vulnerables no solo por nuestro pecado, sino por nuestra naturaleza pecaminosa. Es decir que siempre vamos a tener tentaciones para hacer aquellas cosas que no le agradan a nuestro Padre. Nosotros tenemos este conocimiento cristiano que nos deja saber lo vulnerable que somos, si de verdad nos interesa agradar a nuestro Padre, sin embargo, el reconocer que somos vulnerables es un paso de humildad para dejar que Dios trabaje en nuestra vida.
Mateo 26:41–42 (RVR60)
41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
En este momento quiero presentar tres momentos en los que considero que Jesucristo mostró su lado vulnerable.
Nuestra vulnerabilidad es un estado de nuestra naturaleza humana, pero no es sinónimo de pecado, pues nuestra vulnerabilidad no es una justificación para que pequemos, sino una razón para reconocer lo siguiente:
Nuestra vulnerabilidad es para que reconozcamos que necesitamos al Dios eterno y clamemos por fortaleza ante las dificultades de este mundo. De esta manera Dios nos va preparando para ser de bendición y ayuda a otros. Así como Pablo menciona, fuimos diseñados para que el que esté fuerte ayude al débil y no para gloriarnos de nuestras propias fortalezas.
Romanos 15:1 (RVR60)
1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
Nuestras fortalezas o logros y metas que alcancemos, también son para reconocer que todo se lo debemos a nuestro Padre celestial. Aunque parezca irónico, nuestras vulnerabilidades son razón para que reconozcamos que necesitamos de la gracia de Dios de alguna manera u otra, pues el único que no conoció pecado, aunque en Su humanidad mostró vulnerabilidades fue nuestro Salvador Jesucristo. Por otro lado, nuestras fortalezas son ocasión para ayudar a otros en sus vulnerabilidades y viceversa. Debemos pensar más en el bienestar del cuerpo de Cristo como colectivo y menos en nosotros como individuos.
Preguntas guías:
Oración
Padre en el nombre de Jesús te pido que me ayudes a comprender la necesidad y el llamado a depender de Tu gracia y misericordia en todo tiempo. Ayúdame a reconocer que soy vulnerable y a usar mis fortalezas para el beneficio de otros. AMEN